OMNIA VANITAS

La sensualidad, cuando casi transciende la muerte y la brevedad.

El instante, en la búsqueda de la apariencia.

Una perfección ilustrada. Alardes de belleza en los márgenes del artificio.

Sólo es un intento.

El ineludible paso del tiempo rematará por desbaratar el maquillaje, cuando la carne se hace presente, desvaneciéndose ante el precipicio.

Omnia vanitas. Todo es en vano.

Omnia Vanitas de Paula Noya (Lugo, 1969) parte de una exultante celebración de la vida, de una alegoría a la belleza, para invitar a la muerte y al paso del tiempo a ser protagonistas. A través de dibujos, pinturas e instalaciones, en una exposición versátil y poliédrica, Noya recoge en este proyecto diferentes reflexiones acerca de la idea de la vacuidad, de la fragilidad de la vida y de la apariencia de las cosas, para tensar y cuestionar al público visitante, a través de emociones, pulsiones y lugares comunes. Sus obras trabajan múltiples planos de significado y diversos lenguajes, incorporando elementos simbólicos, referencias mitológicas y revisiones históricas, para hacernos sentir. Miedo, dolor, incomodidad, incertidumbre. Nunca es sencillo afrontar los miedos y hacerse preguntas. ¿Cómo de presente tenemos la muerte en nuestras vidas? ¿Determina ese inevitable paso del tiempo nuestra manera de afrontar nuestro día a día?

“Naturaleza muerta (en vida)” es la obra que preside y presenta esta exposición, conectando el interior de la galería Luisa Pita con la ciudad compostelana desde el escaparate: ese lugar óptimo para una “escenificación”, para el “artificio”; ese no- lugar” en el que “mostrar” o “dejar ver”. Recuperando su trabajo sobre las vanitas, tan presentes en sus comienzos como artista, Noya investiga ahora sobre algunas artistas del Barroco que fueron relegadas a la invisibilidad, en una historia contada dende la mirada patriarcal, para representarlas simbólicamente a través de las diferentes flores: Laura Berrasconi (rosa) y Margarita Caffi (lirio), en Italia; Clara Peeters (tulipán), Rachel Ruychs (margarita) y Maria van Oosterwyck (clavel), en los Países Bajos. Rememorando la tradición pictórica de los bodegones florales del siglo XVII, el marco dorado recoge una voluptuosa exaltación de la naturaleza, de la belleza etérea, del cénit de la vida. Aunque sólo en apariencia. 

Una naturaleza seudorreal esconde bichos e insectos, más allá del simulacro, que se irá haciendo evidente con el paso de los días: las flores naturales se irán deteriorando, secando e pudriendo, frente a aquellas artificiales, que permanecerán impolutas ante el debacle. Así, la sensualidad dará paso a la decadencia, al abandono, a la muerte.

Así mismo, esta obra conecta de forma directa con la reciente serie de dibujos sobre hojas de enciclopedia, que tanto nos recuerdan a las ilustraciones de botánica e historia natural de comienzos del siglo XVIII. Un dibujo técnicamente cuidado, preciso y amable, recolecta con detalle especies de flores, como si de una científica exploradora se tratase. Hileras de bichos y pequeños animales recorren las ilustraciones, “devorando”, “devastando”, anticipando la expiración. Nuevamente, estamos ante una vanitas. Bajo los dibujos, el “conocimiento” se evidencia incapaz de impedir el paso letal del tiempo.

Esta muestra también exhibe tres series anteriores con las que podemos intuir vínculos palpables: “Santa Teresa y Las Metamorfosis”, “El hilo de Cloto” y “Fracasos”. La primera, una serie de collages alrededor de la figura de Teresa (un icono místico que representa la levitación a través del éxtasis), que nos habla de conceptos como el cuerpo y la levedad, la pérdida, los placeres terrenales y el demonio o del binomio construcción-destrucción, desde representaciones próximas al surrealismo. Por su parte, en la segunda serie, Paula Noya vuelve a trabajar desde la mitología, a través de las Moiras y del “hilo de Cloto”, el hilo que simboliza nuestra vida, hasta la muerte, para hacernos reflexionar sobre la búsqueda de la identidad y el transcurrir de nuestra existencia, a través de la representación de “ovillos”, cambiando el material, la lana, para provocar sensaciones de dolor y dureza. Por último, la serie de “Fracasos” esboza con precisión e severidad nuestros errores, redundando en la idea del círculo, como recorrido vital; una suerte de intentos que muchas veces nunca llegan a ser.

Así, las diferentes obras cierran ese círculo de reflexiones sobre la vida y la muerte, sobre la apariencia, la belleza y la realidad, sobre el tempo y las consecuencias del mismo. Omnia Vanitas es una muestra que se sitúa en el “yo”, desde una posición individual frente a la vida, frente a la muerte, los temores y los miedos. Pero a pesar de que su obra indaga sobre cuestiones íntimas y personales, no existe un tema más universal que el paso del tiempo y la muerte.

Una vez más, Paula Noya nos mueve y nos remueve, desde una belleza tan cruda como hermosa, tan perfecta como hiriente, contando más desde lo invisible que desde la apariencia. Nos habla del dolor, de la sutura, de la incertidumbre. Nos incomoda. Porque, al final…

Todo es en vano.

Paula Cabaleiro